domingo, 21 de marzo de 2010

“Danza Abierta”

La expresión corporal como vía de reflexión

Despertó, y de ese sueño interminable emanaron recuerdos del ahora… y entre ellos un sinfín de frustraciones, agonías y miedos del mañana. Así será eternamente, un ser que viva entre los tiempos.


La era posmoderna yace entre nosotros, lo hace creyente de que su existencia no tiene un porqué, lo hace confiada en que precisamente “la diosa de la razón”, la modernidad, ha quedado atrás y ha instaurado en el mundo el desencanto, y de éste sólo ha permanecido el placer de vivir al momento y disfrutar instintiva e individualmente el presente.

     En el escenario donde “todo depende”, los sentimientos han venido rebosantes de orgullo y presunción a situarse en nuestros corazones, en nuestras almas, despojando de toda fortaleza nuestros cuerpos y suprimiendo de toda conciencia nuestras vidas y, sin embargo, dirigiéndola a un estadio en donde nuestras actitudes y comportamientos tienen razón de ser.

      Complejamente, nos encontramos los seres humanos uno a uno, con vacíos, huellas, traumas, temores, todos hacia la vida misma… No nos queda mas que seguir interactuando sólo en lo básico, pues con una tristeza innegable reconocemos que ya no hay en quién confiar.

      Rechazamos el pasado y lo hacemos con todo el respaldo que poseemos de las maravillas de la tecnología, de la era de la información. Todo es cambiante ahora y, seguramente, lo será siendo; habremos de mudar de pensamientos, de creencias, de objetos, de personas...pero jamás voltearemos a ver qué dejamos olvidado en esa lucha por superarnos e integrarnos en un mundo, por considerar al otro como familia; jamás veremos, o quizá sí, que en las disputas de la historia sobre cómo ver la vida hemos dejado poco a poco nuestro sentido de ser humanos.

      Y justamente la dicotomía del todo antes que el yo y del yo antes que todo es presentada en Danza Abierta, como una propuesta conjunta entre los bailarines y los espectadores. En Danza Abierta baila también el que presencia los movimientos, y lo hace a través de su mente, de la apertura hacia la reflexión.

      Tenemos miedo, es cierto; junto a la huida sigilosa de la era, donde todo era explicable y sólo bastaba iniciar la preguntaba, se fue nuestra certeza de vida, nuestra certeza de existencia; si ya de por sí era difícil lidiar con la incongruencia de las religiones, quedamos desprotegidos con la posibilidad de que todo puede ser y todo es relativo (qué época más oscura, a pesar de no ser llamada así).

      Es por eso que Danza Abierta con sus dos obras, “Prohibido adentrarse en el bosque” y “Érase una vez un árbol”, nos despierta el pensamiento profundo, nos prende la conciencia, nos representa, como a través de un espejo, en los avatares de nuestras relaciones; en el aislamiento y la convivencia; en la pena y la dicha; en la vida y la muerte; en la existencia y en la ausencia, como una paradoja incesante.

      Así, la Compañía de Danza Universitaria de la Universidad de Costa Rica se presentó el pasado martes 16 de marzo en el Teatro del Estado, y lo hizo como una lucha noble y loable de no sólo vivir con esperanza, sino de actuar por ella, de a través de nuestros pensamientos revolucionar nuestras situaciones y estados.

      Bajo la dirección de Rogelio López, Danza Abierta quebrantó la cuarta pared y se relacionó con el público, y no sólo físicamente bajando del escenario, sino también desde el mismo, desde donde todos y cada uno podían encontrar algo de sí en la obra; donde cualquier interpretación era válida, sobre todo la de uno, la de otro, la de todos.

      Con la intensión de romper con formalidades y exigencias, la Compañía de Danza Universitaria lleva 30 años generando y compartiendo experiencias, ya que sus bailarines se unen en una comunidad de expresión vivencial; bailar para ellos significa darse, compartirse, no perderse en posturas, movimientos y rigurosidades.

     Danza Abierta es un grupo de bailarines que tras 3 años han explorado sus cuerpos y movimientos para presentarlos en diversos escenarios, completando un diplomado del cual recién egresó en este año su primera generación, donde todo aquél que viva, sienta, ría, tema…puede ser un bailarín.

      De esta forma, por medio de la Universidad Veracruzana tuvimos la dicha de presenciar una propuesta sumamente interesante de danza, en la que la flexibilidad de las telas nos disponían mágicamente a momentos de nuestra vida, y por medio de mínimos recursos y una muy buena selección de música, así como 5 cambios de vestuario, nos comprendimos y nos ayudamos.

      Con la acertada intervención del director Rogelio López, la reflexión nos dirigió a momentos del pasado, el presente y el futuro, un ser de los tiempos, y discernimos que no hay por qué temerle al miedo, quizá no hay que luchar por no tenerlo; quizá nuestra lucha debe ser dirigida a dejar de pensar tanto en nosotros mismos y a integrarnos en un fin máximo; quizá, sólo quizá, así podamos comenzar a vivir. 

1 comentario:

  1. Una mágica experiencia, que tuve la suerte de compartir un mágico día con una mágica compañia!

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