lunes, 12 de julio de 2010

"Mr. Nobody"

La vida desde diversas escenas
“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. ¿Pero qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?”. Milan Kundera

Nadie a ciencia cierta puede explicarnos cómo vivir nuestras vidas, nuestra naturaleza nos provee de una amplia gama de decisiones y opciones que orientarán nuestra existencia, ya por casualidad, ya por causalidad. No lo sabemos, nadie lo sabe, y aunque la incertidumbre podría orillarnos a la desesperación, al sinsentido, al aburrimiento, a la rutina, es en ella donde se advierten las opciones que esperan ansiosas alguna decisión.    
       Bajo esta complejidad de decisiones se nos presenta la cinta “Mr. Nobody”, escrita y dirigida por el belga Jaco Van Dormael, la cual retrata a un hombre llamado Nemo Nobody, quien al verse en una realidad desconocida, donde la tecnología ha conseguido la inmortalidad de los seres humanos y Marte es un lugar vacacional, recuerda diferentes formas en que se desarrolló su vida a partir de las decisiones que tomó. 

      Clasificada como una obra de ciencia ficción, “Mr. Nobody” lleva al espectador a un viaje dramático que resulta conmovedor y reflexivo. Durante poco más de dos horas, se puede apreciar una variedad de escenarios y situaciones polares que proveen a la película un aire de documental y video musical; y es precisamente por la diversidad de formas en que se aprecia a un mismo personaje que la película adquiere un nivel importante de trascendencia cinematográfica e incluso racional.
     Tras 6 años de espera, Van Dormael logró iniciar el rodaje de su primer largometraje belga en inglés, catalogado por su presupuesto de producción como el más caro hasta la fecha. Así, en el 2007 se efectuó la producción de “Mr. Nobody” en Bélgica, Alemania y Canadá, estando lista, después de un año de post-producción, en el 2009.
    Con Jaret Leto como protagonista, conocido también por su participación en Réquiem por un Sueño y ser parte de la banda 30 Seconds to Mars, “Mr. Nobody” se convierte en una interesante forma de llevar a la pantalla grande la posibilidad de que la vida no sea como Milan Kundera afirmaba en “La insoportable levedad del ser”, una situación irreversible y sin posibilidad de elección, sino que más bien se pueda reír, llorar, sufrir, gozar, vivir las diversas consecuencias de distintas elecciones, por lo que en definitiva los pensamientos del espectador se ven orientados si bien al disfrute de la cinta, también al recuerdo, la reflexión y al sinfín de emociones que surgen a lo largo de la misma.
    “Mr. Nobody” fue estrenada exitosamente en el 66th Venice Film Festival, obteniendo muy buenas críticas; sin embargo, recién está por llegar formalmente a todo América.
    Transgrediendo la visión lineal de la vida, esta película logra contagiarnos e inspirarnos a precisamente vivir, superando el peso incontrolable que provoca tomar decisiones, para en su lugar adquirir la paradoja de la ingenuidad y la certeza de ser en éste y todos los mundos que yacen en la imaginación.

miércoles, 19 de mayo de 2010

"Títere"

El día que llegue a ser títere podré al fin despojarme de eso que llaman voluntad que hasta el momento me ha venido causando tantos conflictos; podría dejar que el viento y las manos de otros me llevasen con ellos y me dirigieran a un lugar inesperado, nuevo, único; podría dejar que mis ojos no sintieran el peso de abrirse y que sintieran, sin embargo, el descanso de quien estuvo cansado; podría dejar de ser sin haber sido.

Y es que el cansancio me atormenta, he ido buscando en muchos lugares y con muchas personas mi ser, el muy insolente se me ha perdido desde un tiempo que ahora no recuerdo; le he tratado de convencer de que su lugar es aquí conmigo, pero no obedece, jamás lo hace y probablemente jamás lo hará… Al principio pensé que se trataba de una broma, de un juego de escondidas, pero a menos de que el desaparecido no tenga nociones del tiempo, esto no puede ser un juego, esto es una consecuencia….

Quizá lo que debería hacer es dejar de buscarlo, porque todo esto me ha abandonado en un estado que yo mismo no puedo descifrar; quizá es por eso que en un solo día todas las emociones me visitan y se alejan cuando se les antoja, como estaciones en un año.

domingo, 9 de mayo de 2010

“Día de la Madre”

El complejo rol de ser madre en las sociedades posmodernas

“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor”. Cornelio Tácito. Historiador, senador, cónsul y gobernador del Imperio Romano.

Derivado de los cambios generados por el desarrollo de la tecnología y los conocimientos en el mundo, las madres cada vez encuentran más difícil su misión de criar, proteger y guiar a sus hijos, en compañía de los padres; los niños crecen de manera increíble con un capital cultural que muchas veces las sobrepasa.

      Ante estas circunstancias, el rol de las madres ha sufrido una modificación que las sitúa en una función de crianza pasiva, aunque hay que reconocer que hoy en día aún prevalecen formas autoritarias de educar a los hijos. De este modo, si bien con una figura de peso y suma importancia en la familia, las madres han tenido que sopesar que los hijos no son “como antes” y se mantienen en un continuo cambio de pensamientos, gustos y percepciones.

      Agravado por las problemáticas familiares y la creciente cifra de madres solteras, el rol de ser madre carga con la necesidad de trabajo incesante para mantener a los hijos, de manera que el tiempo de convivencia con ellos es mínimo y se remite a actividades simples que no les proveen una constante y efectiva comunicación.

      Como si fuera poco, en medida que los hijos crecen y con ellos la rebeldía se hace presente, las madres tienen que pasar por discusiones con sus hijos sobre qué es lo mejor para ellos, resultando penosamente las más afectadas. Es claro que las personalidades son distintas y variadas, pero las madres convergen en un mismo sentido, el de proveer a sus hijos y guiarlos hacia el bien.

      Asimismo, las madres se ven estigmatizadas y juzgadas socialmente a los ojos de cualquiera; a quien no le parezca la forma en que dirige su vida y la de sus hijos, puede sin razón y pensamiento alguno entrometerse en su vida y en su papel de dios ordenarle que cambie. Pero, también los hijos franqueamos ese respeto que las madres merecen de nosotros; muchas veces somos capaces de exigirles, reclamarles y juzgarles sin signos de empatía y, lo que es peor, sin conciencia del amor que ellas no tienen y el que naturalmente nosotros sentimos por ellas.

      En definitiva las madres de hoy en día no son más que las de antes, pero tienen la compleja tarea de educar en momentos de crisis, de guiarnos incluso por donde no hay camino, de darnos de comer cuando parece no haber nada.

      Aquí en México, este 10 de mayo es la fecha asignada para su celebración. El Día de la Madre proviene de la antigua Grecia, donde se veneraba a Rea, la Gran Madre de los Dioses; pero, posteriormente, la Iglesia Católica adaptó tal tradición en relación con la Virgen María, la madre de Jesús.

      Hagamos de este y todos los días, los momentos y los espacios propicios para expresar el amor que sentimos por nuestras madres, por la vida que nos procuraron, ningún regalo mejor pudieron habernos dado. ¡Feliz Día de la Madre!

lunes, 3 de mayo de 2010

“El fin del trabajo”

Esfuerzo o tortura


“La humanidad trabaja por horror al trabajo, por un afán tenaz y esperanzado de librarse de él”. Wenceslao Fernández Flórez. (1879-1964). Novelista, periodista y político español.


Envueltos en la crisis económica, el creciente desempleo y la constante corrupción, el trabajo resulta una especie de burla sutil que todos y cada uno de nosotros debemos practicar y sostener por necesidad y sobrevivencia.

      Quizá agudizado por el país en el que vivimos, el trabajo día a día se ha convertido en una actividad rutinaria, aburrida y pesada que desempeñamos para alimentarnos, vestirnos y calzarnos, teniendo como resultado bajísimos salarios que sólo confirman la enorme desigualdad que permea en México.

      La educación, por su parte, nos ha provisto de una esperanza restauradora de encontrar o “conseguir” un empleo en el que podamos desarrollarnos intelectual y socialmente; sin embargo, ésta ha quedado superada por la imparable desigualdad y distribución de la riqueza en las ciudades que habitamos, los estados que conformamos y el país en el que nos congregamos; los ejemplos son variados y hasta pareciera infinitos, cada día resulta más “normal” encontrar a un abogado conduciendo un taxi.


      Pero, ¿cuál es el problema?, ¿por qué no podemos sentirnos realizados en las actividades que desarrollamos y que elegimos, ya por convicción, ya por obligación, ya por necesidad? La respuesta recae precisamente en la injusticia y la jerarquización que existe entre los trabajos y sus empleados; siempre habrá alguien arriba de un empleado que lo ordene e incluso lo sobaje.

No obstante, sin tomar en cuenta el acoso y la explotación laboral, el trabajo sufre de un mal “genético” que provoca que quien lo ejerce poco a poco se desencante del mismo, a un grado incontrolable e insoportable, hasta que deserta y se ve en busca de otro por el principio propio de sobrevivencia de la vida.

      En especial, la crisis del trabajo se debe a que éste necesita varios integrantes para que se desarrolle, y el trabajo en equipo ha sido, es y tristemente será difícil de llevarse a cabo, a pesar de que cada quien tenga sus funciones y deba ejecutarlas precisa y correctamente para que todos unidos cumplan los objetivos del trabajo en mención. Sin embargo, en este compartir de espacios, ideologías y problemáticas, también se mezclan sentimientos y egos, de modo que la relación se dificulta y se imposibilita llegar al fin deseado, por eso es que en todos los trabajos se requiere la ayuda de especialistas en organización y el constante monitoreo de las situaciones que se presentan.

      Quizá este estigma que sufre el trabajo ha sido establecido desde que se nombró como tal. Su referencia etimológica proviene de una tortura en Roma llamada tripalĭum, que significa tres palos. Y anteriormente, el trabajo se remonta a la determinación que tomó Dios cuando Adán y Eva perdieron el paraíso, establecida en el capítulo 3 de Génesis en la Biblia: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás”.

      Esperemos que no estemos pagando los pecados de nuestros ancestros, pero mientras se define de qué se trata esa ira divina, es mejor que luchemos por estar lo más cómodos y a gusto en nuestros empleos, esforzándonos, como sería la raíz latina del trabajo, y no tomando incluso como justificación de nuestras actitudes la forma impuesta y tediosa de mantener nuestros empleos. Enamorarnos y re enamorarnos del trabajo y los muchos trabajos que ejecutamos es el arma más firme y poderosa para terminar con el hastío. Pensar el trabajo como un juego que podemos terminar siempre por etapas es una alternativa para no perdernos en la agonía y el cansancio.

      Es tiempo de que en cada Día del Trabajo nos sintamos orgullosos de poseer uno no porque nos provee de sustento y no estamos tan “jodidos” como los otros, sino porque tenemos las posibilidades de expresar a la sociedad entera nuestra creatividad y sentido de ser seres humanos, sólo así sabremos ayudar a los nuestros, a todos y lograr hacer una comunidad eficaz de trabajo gozoso.

domingo, 25 de abril de 2010

“¿De dónde proviene el poder?”

El derecho divino del poder en una sociedad democrática

“La conclusión final es que sabemos muy poco y, sin embargo, es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño nos pueda dar tanto poder”. Bertrand Arthur William Russell. (1872-1970) Filósofo, matemático y escritor británico.


Ante los desarrollos tecnológicos y la evolución humana, el siglo XXI ha llegado y se ha establecido entre nosotros como el escenario idóneo para la superación de nuestros rezagos sociales, económicos, culturales, políticos, etc. De esta forma, las personas que habitamos en México nos hemos llenado de orgullo y esperanza de que el desarrollo y el progreso, dos palabras siempre en boga en el poder político, lleguen pronto a nuestras vidas para quedarse.

      Aun contemplando lo desastroso que ha sido para México el poder, ya por uso, ya por desuso, los mexicanos seguimos manteniendo una fuerza que nos provea de un futuro más alentador y que nos encare con otra realidad a la que viven 47.19 millones de pobres, según el estudio más reciente, en el 2008, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), frente a los 107 millones de mexicanos aproximadamente que reportó el INEGI también en esa fecha.

      El poder en nuestro país se ha distribuido estratégicamente y siempre con carácter generacional, y aunque quienes estén al frente deben proteger nuestro bien y actuar en función del pueblo, sobra decir que los intereses particulares se han sobrepuesto a los de millones de controlados y dominados simbólicamente.

      Si bien el poder es en sí la capacidad de cambio en la sociedad, su último fin es la prolongación del mismo y por ende el alcance de la transformación a través de la coacción y la coerción, pero eso claro sucedería en los gobiernos monárquicos, aristocráticos o absolutistas, no así en un gobierno “democrático” como el que solventamos.

      La democracia vino desde la antigua Grecia a proveer al pueblo precisamente de poder, de modo que éste tuviera el derecho de elegir a quien lo representara. Este sistema de gobierno ha posibilitado, en teoría, que los habitantes de una sociedad puedan tomar las decisiones adecuadas y seguir las rutas apropiadas para el bien común; así, su representante se encargaría de reunir en una voz la de uno, la de otro, la de todos.

      En México, por lo tanto, nadie debería decirse acreedor del poder por orden divino ni por pertenecer a una clase social dominante; por el contrario, en México somos los mexicanos quienes a través del voto decidimos con base en propuestas y proyectos específicos a nuestros representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo que rigen el país.

     Pero lo cierto es que en nuestros hombros pesa el pasado y la ignorancia de casi todos de saber hacia dónde dirigirnos ante un sistema de poder que continuamente se ve envuelto en el fracaso y el caos.

      México ha sufrido tantas disputas y guerras que en vez de parecer una comunidad, cada vez se ve más orillado a la segregación y al individualismo. Después de independizarnos y alzarnos en revolución, nuestro país no ha hecho otra cosa que seguir el camino sin ninguna previa preparación y sólo basándose en lo que su vecino del Norte ha mostrado.

     Así, hemos pasado por un sinfín de gobiernos impuestos que en cada jornada electoral montan la obra de las elecciones, y como “sin querer queriendo” los mexicanos hemos terminado por decepcionarnos del poder y aun así seguir proclamándonos democráticos.

      La democracia por tanto en nuestro país funciona como una forma evolucionada de la aristocracia y el absolutismo teológico, ya que nuestros representantes no son elegidos por el pueblo, sino por la gracia de Dios o el linaje al que pertenecen (a pesar de que el poder sagrado quedó atrás desde el siglo XVIII con la Revolución Francesa), estando depositada en la fuerza creciente de los mass media.

      De nuevo, aquí en nuestro estado estamos en el momento especial de efectuar las elecciones; el abstencionismo se ha hecho la alternativa más recurrente, pero la inacción sólo confirma nuestra incapacidad de poder tomar el poder, el poder que proviene de nosotros.

      Quizá ya sea tiempo de dejar de preguntarnos cuándo llegaremos a querer tomar el poder en nuestras manos, quizá ya llegamos a querer desde el momento en que nos vimos timados; lo verdaderamente preocupante ante nuestra apatía es si nos gusta seguir sólo cuestionando sin criticar y actuar al respecto, y más aún, si nos gusta ser timados, al cabo que siempre es más fácil vivir en el engaño que poner manos a la obra.

domingo, 4 de abril de 2010

“El merecer de la creencia”

La paradoja incesante entre lo que es y lo que se cree

“Como es su fe, así es el hombre y su obra”. Adolfo Kolping (1813-1865) Sacerdote católico alemán.



Nos hemos dedicado fuertemente a desacreditar toda acción de fe, de creencia; nos hemos establecido en un peldaño que mucho o poco nos resume a pensar que la verdad es científica y se verifica.

      Desde el Renacimiento del siglo XIV nuestra certeza del sentido de nuestras vidas se esfumó y en su lugar procedieron un sinfín de luchas sociales, políticas, económicas, culturales, todas en pro del reconocimiento y la identidad humana.

      Después, con la Ilustración, la era de la razón, el ser humano se convenció de que todo tenía explicación mediante las luces del propio pensamiento humano, con el fin de, como es natural, superar la condición de humanos y construir un mundo mejor.

      La filosofía de esa forma se fue modificando y hasta transformando de acuerdo a cada época, quién por ejemplo en la Edad Media hubiese aceptado que existiera una teoría del Big Bang que explicase el origen y evolución del Universo. Así, en toda la Modernidad nos convencimos de que nuestra razón de ser yacía en nosotros mismos y nuestras tendencias a evolucionar y no en la existencia de un dios que a todos y cada uno de nosotros nos proveyó de una misión especial en la Tierra.

      Creímos al parecer que todo sería más fácil de comprender; con la ciencia nuestra vida sería más digerible, nadie tendría dudas ni por qué sentirse vacío, todo sería explicable y por ende todo tendría solución.

      Pero no por mucho tiempo, la Posmodernidad se encargó de hacernos ver que eso de la razón era más bien otro ideal más que queríamos precisa e irónicamente creer; convencernos de la razón como dirección de nuestras vidas también fue un signo fortísimo de fe, de creencia. Y de pronto nos vimos en un punto en el que todo, sin desacreditar nada, seguía causándonos dudas, es más, seguía siendo difícil, casi imposible, comprender nuestro mundo, y aunque con teorías, todo se volvía más complejo y menos asimilable.

      Sin más, la era del consumo y la tecnología llegó con la globalización para darnos una nueva oportunidad de reunirnos a todos en comunidad, ya virtual, ya mundial, y abrir todos los candados y todas las fronteras con tal de entender que el mundo es de nosotros y que los idiomas, los países, las monedas, los gobiernos, etc., no son mas que formas de división y de alejamiento entre la gran comunidad de los seres humanos que habitamos el mundo.

      Pero los seres humanos ya habíamos hecho nuestras casas y convivido con nuestras familias en nuestros territorios, ya era complicadísimo pensar en unión cuando las mismas ciencias sociales se habían encargado de explicarnos tan dedicada y explícitamente que había razas, formas, tradiciones, colonias, poblaciones distintas, y entonces todos entendimos que entre nosotros existía un entramado de disputas sobre lo que es y lo que no, y nos lo demostraban las ciencias mismas con su propio divisionismo; todo pues era ya un mapa identificado por todos, por allá estaban ellos, por acá nosotros y en algún lugar aquéllos.

      ¿Y dónde había quedado la creencia, la fe, ni siquiera en Dios, sino en nosotros mismos? Había quedado allá arrumbada junto al cesto que contenía teorías, doctrinas y filosofías superadas, allá permanecían en el olvido; mientras tanto aquí seguíamos nosotros siempre con la intensión de explorar nuevas cosas, de explorar también la naturaleza, de comprenderla, de dominarla; y poco, a decir verdad, de explorar nuestra naturaleza de ser seres humanos, de comprenderla, de dominarla… Y así, la creencia se fue yendo con cada generación, y ya sólo seguían aquellas añejas generaciones que recordaban que la fe podía mover fronteras y que preferían creer en Dios en los cielos y en un juicio que pensar que somos un grupo de tantos seres que pueden existir sin que los conozcamos, prefirieron así seguir practicando su fe día a día, creer en Dios como la explicación máxima de sus vidas y como en esta temporada mantener el ayuno y el respeto en la Semana Santa, recordando a Jesucristo y su paso por la Tierra, creencia que paradójicamente subsistió aun con la ciencia, y por la cual debemos nuestra propia distribución del tiempo en el que estamos.

      Y si bien alguna vez Nietzsche dijo que quien mantiene la fe no quiere saber la verdad, muchos nos preguntamos de qué verdad hablaba, con eso de que además todo es relativo y nadie ha podido llegar a desprestigiar con razón a Dios.

      Quizá sólo estemos a la espera de que venga de nuevo otro periodo en la historia que nos ayude a mantener nuestros cuerpos y nuestras mentes en función de la mejora del mundo, como siempre se ha querido, pero en tanto sólo alcanzamos a reconocer que si el ser humano es su fe y sus actos, pocos podemos decirnos humanos hoy en día.

martes, 30 de marzo de 2010

Esperanza


Sobre la almohada una nota, silencio… sintiese en aquel distante momento un aire de tranquilidad, más allá… paz, desasosiego. 
      Por aquellos años en los que ella se sintió despojada de su alma, siendo acorralada en un cuerpo, casi desconocido, la luz que provocaba estar con él significaba rehusarse a sí misma, quizá por eso lo hacía poco, quizá por eso sólo estuvo con él pocos años, pocas palabras, y a la vez, grandes vivencias, gran amor.
      Ahora, en aquel espacio… su partida, acaso orillada por ella, reconocía y afirmaba la ausencia de él, que sólo podría llenarse con él, nadie más ni nada más…
      Sí,  era verdad, cada hombre que llegaba a su vida se iba del mismo modo, llevándose una parte de su corazón… se iban sólo terrenalmente, porque sus espíritus siempre permanecían con ella. Ahora pienso que se trataba de una mera coleccionista;   ella jamás quiso verse, expresarse, vivirse como tal,  porque un coleccionista sólo recluta y obtiene de ello lo que le conviene, pero ella no obtenía sino el placer de amar, de ayudar, y a la vez de perder y ser dejada, mas no olvidada, porque si de algo se sabía entera, era de la  capacidad de lograr en ellos una especie de huella imborrable.
      Pero ahora, se cansaba… la nota aquella, que delimitaba y reorientaba su vida, resultaba bastante incierta, por un momento había llegado a creer que aquél era su amor infinito, porque los verdaderos amores son, eran, habían sido todos… y serían otros más; sin embargo, aquél que la había dejado recostada, desprotegida, era la posibilidad de pertenecer a un sitio, más allá de sí misma, como en aquellos tiempos de su niñez.
      Entonces, ¿sería así todo el tiempo? ¿Iría por su vida encontrando a hombres que poseyeran cualidades semejantes, que sólo correspondían  a aquél que la dejó? ¿Sería entonces aquella nota el aviso de un sí definitivo, donde ella no podría intervenir?
      Cuando despertó, al verla junta ella respiró profundamente, se tomó el cabello entre las manos, después se miró, sin siquiera tener un espejo, y pensó en que vendría de nuevo toda la inestabilidad que siempre la rodeaba y que se veía calmada cuando estaba uno, ahora cuando estaba aquél.
      Así que no pudo, no quiso, no intentó… tomar la nota inmediatamente, debido a que ésta sería el acabose de algo que ya había acabado antes de haber comenzado.
      Sintió que su alma y su cuerpo no estaban tan preparados para lo que acontecería, pero aquello, era un autoengaño que siempre se había reproducido…  llegaba su tiempo, en el que el malestar anunciado se debía confirmar y apagar.
      Con un peso incontrolable que salía desde su torso hasta su brazo, movilizó su mano y tomó la nota, mantuvo los ojos cerrados y la mente bien abierta, sin sacar nada de sus cárceles,  y comenzó la pronta lectura.
      Antes de que iniciase con la primera palabra había recordado la discusión de la noche anterior y las ofensas que ella, no él, había dado a la pelea. Dejó el recuerdo y continuó, la nota traía su nombre, seguida de un saludo referente a un buen día, y más tarde sólo se apreciaban unas cuantas palabras, que ella sin haber enfocado su mirada, juraba que decían:- me dio gusto conocerte, etc., etc.
      Efectivamente, después de todo la nota decía:- me dio gusto conocerte y saber que eres y serás la mujer con la que deseo estar infinitamente, por eso quiero decirte que a pesar de que sé que tienes mucha inseguridad sobre lo nuestro, sobre el amor mismo, te amo y quiero  ser aquél no que llene el vacío insaciable, sino aquél que jamás te dejará desprotegida.
      Te veo en la comida pequeña…