lunes, 3 de mayo de 2010

“El fin del trabajo”

Esfuerzo o tortura


“La humanidad trabaja por horror al trabajo, por un afán tenaz y esperanzado de librarse de él”. Wenceslao Fernández Flórez. (1879-1964). Novelista, periodista y político español.


Envueltos en la crisis económica, el creciente desempleo y la constante corrupción, el trabajo resulta una especie de burla sutil que todos y cada uno de nosotros debemos practicar y sostener por necesidad y sobrevivencia.

      Quizá agudizado por el país en el que vivimos, el trabajo día a día se ha convertido en una actividad rutinaria, aburrida y pesada que desempeñamos para alimentarnos, vestirnos y calzarnos, teniendo como resultado bajísimos salarios que sólo confirman la enorme desigualdad que permea en México.

      La educación, por su parte, nos ha provisto de una esperanza restauradora de encontrar o “conseguir” un empleo en el que podamos desarrollarnos intelectual y socialmente; sin embargo, ésta ha quedado superada por la imparable desigualdad y distribución de la riqueza en las ciudades que habitamos, los estados que conformamos y el país en el que nos congregamos; los ejemplos son variados y hasta pareciera infinitos, cada día resulta más “normal” encontrar a un abogado conduciendo un taxi.


      Pero, ¿cuál es el problema?, ¿por qué no podemos sentirnos realizados en las actividades que desarrollamos y que elegimos, ya por convicción, ya por obligación, ya por necesidad? La respuesta recae precisamente en la injusticia y la jerarquización que existe entre los trabajos y sus empleados; siempre habrá alguien arriba de un empleado que lo ordene e incluso lo sobaje.

No obstante, sin tomar en cuenta el acoso y la explotación laboral, el trabajo sufre de un mal “genético” que provoca que quien lo ejerce poco a poco se desencante del mismo, a un grado incontrolable e insoportable, hasta que deserta y se ve en busca de otro por el principio propio de sobrevivencia de la vida.

      En especial, la crisis del trabajo se debe a que éste necesita varios integrantes para que se desarrolle, y el trabajo en equipo ha sido, es y tristemente será difícil de llevarse a cabo, a pesar de que cada quien tenga sus funciones y deba ejecutarlas precisa y correctamente para que todos unidos cumplan los objetivos del trabajo en mención. Sin embargo, en este compartir de espacios, ideologías y problemáticas, también se mezclan sentimientos y egos, de modo que la relación se dificulta y se imposibilita llegar al fin deseado, por eso es que en todos los trabajos se requiere la ayuda de especialistas en organización y el constante monitoreo de las situaciones que se presentan.

      Quizá este estigma que sufre el trabajo ha sido establecido desde que se nombró como tal. Su referencia etimológica proviene de una tortura en Roma llamada tripalĭum, que significa tres palos. Y anteriormente, el trabajo se remonta a la determinación que tomó Dios cuando Adán y Eva perdieron el paraíso, establecida en el capítulo 3 de Génesis en la Biblia: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás”.

      Esperemos que no estemos pagando los pecados de nuestros ancestros, pero mientras se define de qué se trata esa ira divina, es mejor que luchemos por estar lo más cómodos y a gusto en nuestros empleos, esforzándonos, como sería la raíz latina del trabajo, y no tomando incluso como justificación de nuestras actitudes la forma impuesta y tediosa de mantener nuestros empleos. Enamorarnos y re enamorarnos del trabajo y los muchos trabajos que ejecutamos es el arma más firme y poderosa para terminar con el hastío. Pensar el trabajo como un juego que podemos terminar siempre por etapas es una alternativa para no perdernos en la agonía y el cansancio.

      Es tiempo de que en cada Día del Trabajo nos sintamos orgullosos de poseer uno no porque nos provee de sustento y no estamos tan “jodidos” como los otros, sino porque tenemos las posibilidades de expresar a la sociedad entera nuestra creatividad y sentido de ser seres humanos, sólo así sabremos ayudar a los nuestros, a todos y lograr hacer una comunidad eficaz de trabajo gozoso.

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